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Los roquedales que rodean su territorio son
los dueños del lugar y aportan al paisaje grandiosidad y belleza.
destacar algunas zonas de especial interés paisajístico, esas
serían: la Cañada del Cuerno, en la Sierra de las Nieves; el Tajo de
Ronda y la Caldera, contemplados desde la ermita de la Virgen de la
Cabeza; la Garganta del Arroyo del Cupil, por donde atraviesa la
carretera de Sevilla; el alcornocal de Bogas Bajas y el desfiladero
del Valle de la Sijuela.
Los orígenes de la ciudad de Ronda son celtas, aunque se han
encontrado restos prehistóricos en su entorno, en la Cueva de la
Pileta y en otros yacimientos arqueológicos. Más tarde los fenicios
y griegos fueron los que se asentaron en la cercana Acinipo. Ronda
como tal fue fundada por los romanos, con el nombre de Arunda, que
se caracterizó por ser una ciudad mercantil, debido a su posición
estratégica en la Serranía.
Durante el periodo islámico, Ronda se convierte la capital de la
provincia Andalusí de Takurunna, y más tarde pasa a ser un reino de
Taifas independiente. Es en este periodo cuando se crea la mayor
parte del patrimonio monumental con que cuenta el casco histórico de
Ronda y los arrabales. En las épocas de las guerras previas a la
conquista cristiana, Ronda forma parte del Reino Nazarí de Granada y
sus especiales características orográficas la hacen convertirse en
un importante enclave fronterizo.
Tras la conquista cristiana en 1485, la ciudad de Ronda se va
transformando para dejar de ser una ciudad islámica. En 1572 se
funda la Real Maestranza de Caballería de Ronda con fines de
entrenamiento para la defensa y las guerras del reino. En el siglo
XVII se construye el puente sobre el Tajo para posibilitar la
ampliación de la ciudad hacia el norte. El primer puente construido,
de un solo arco, se derrumba al poco tiempo. El actual, conocido
como Puente Nuevo fue construido por Martín de Aldehuela y es el
principal símbolo de Ronda.
A partir de esa época se crean los mitos románticos de bandoleros y
toreros. El Castillo del Laurel, alcazaba de Ronda, es derribado por
los franceses en su retirada. Durante los siglos XIX y XX la
actividad económica de Ronda sigue siendo principalmente rural,
siendo el punto de encuentro para los habitantes de los pueblos de
la Serranía y teniendo momentos de explendor a principios del siglo
XX con la llegada del ferrocarril. En 1918 se elige en Ronda la
Bandera y el Himno de Andalucía. En esa época se empieza a
consolidar la Caja Ahorros de Ronda que ha impulsado fuertemente la
economía de la ciudad hasta su desaparición en 1990 al fusionarse
con otras entidades bancarias.
En la actualidad Ronda se dedica principalmente al turismo cultural
y rural. Hay algunas industrias agroalimentarias y de muebles, y una
gran cantidad de pequeños comercios y restaurantes pensados para
satisfacer la demanda de los turistas que vienen cada día en
excursiones procedentes de la costa del Sol. Actaulmente se ha
convertido en una de las ciudades más visitadas de Andalucía gracias
a su gran patrimonio monumental y a su conocida corrida goyesca de
Ronda.
Ronda pertenece a ese escogido número de ciudades sólo comparables a
sí mismas, sin posibilidad de réplica o semejanza con otras, algo
que el viajero podrá comprobar en cuanto se adentre en el casco
histórico y vea cómo ante sus ojos se abren una arquitectura y un
paisaje deslumbrantes, impregnados, además, de una densa carga de
historia y leyenda que desdibuja el límite entre la realidad y la
fantasía pero que afirma rotundamente la singularidad de Ronda.
La visita a Ronda suele realizarse a partir de la plaza de España,
en el barrio del Mercadillo, donde está situado el Parador Nacional
de Turismo, antiguo Ayuntamiento. De aquí se cruza a la Ciudad, es
decir, al barrio más antiguo, por el Puente Nuevo, sin duda la
construcción más conocida de Ronda, que surgió de la necesidad de
comunicar directamente la zona más antigua de la ciudad con la que
ya en el siglo XVIII se había convertido en la nueva Ronda.
Visitas imprescindibles:
Puente Nuevo, Convento de San Francisco, Casa de San Juan Bosco,
Iglesia de la Virgen de la Paz, Casa del Gigante, Palacio de
Mondragón, Plaza Duquesa Parcent, Iglesia Mayor de Santa María de la
Encarnación, Casita de la Torre, Ayuntamiento, Iglesia de la
Caridad, Convento de Santa Isabel de los Angeles, Iglesia del
Espíritu Santo, Puerta de Almocábar, Puerta de Carlos V, Convento de
las Madres Franciscanas, Convento de San Francisco,
Museo del Bandolero, Museo de la Caza,
Museo Temático Lara, Museo Joaquín Peinado, Alminar de San
Sebastián, Palacio del Marqués de Salvatierra, Casa del Rey Moro,
Arco de Felipe V, Sillón del Rey Moro, Puente Viejo, Fuente de los
ocho caños, Iglesia del Padre Jesús, Convento de Madre de Dios,
Templete de la Virgen de los Dolores, Iglesia de Santa Cecilia,
Iglesia del Socorro, Plaza de Toros, Jardines de Blas Infante,
Iglesia de la Merced, Hotel Reina Victoria, Monasterio Mozárabe de
la Virgen de la Cabeza, Baños Arabes, yacimiento romano de Acinipo
La
Plaza de Toros de Ronda, propiedad de la Real Maestranza de
Caballería de Ronda, por su historia y su arquitectura, por su
carácter y su belleza está reconocida como una de las más antiguas y
una de las más monumentales que existen. No es por casualidad. Ronda
se considera una de las cunas de la tauromaquia moderna surgida en
el siglo XVIII, en una ciudad donde se conservaba muy viva la
tradición de la caballería al existir una corporación dedicada a que
no se perdiera el disciplina ecuestre.
Las necesidades de defensa del territorio hicieron que Felipe II
fundase en 1572 la Real Maestranza de Caballería de Ronda, para que
se mantuviese el necesario manejo de los caballos. Para ello, este
cuerpo dedicó un espacio de la ciudad para los ejercicios ecuestres,
entre los cuales, como es tradicional en España desde la Edad Media,
se incluyeron los juegos de destreza con toros. La bravura de este
animal al acometer a caballos y jinetes servía de inigualable
entrenamiento a los caballeros, y se convertía en un emocionante
espectáculo para toda la población.
Cuando en el siglo XVIII los toreros a pie toman el relevo de los
caballeros en los juegos con el toro, surge en Ronda la familia de
los Romero, que durante tres generaciones reúne a los toreros más
singulares de la época. Entre ellos destacó sobre todos Pedro Romero
(1754-1839), figura cumbre y la más representativa de la historia de
la tauromaquia. Se retiró después de estoquear más de 5.600 toros,
sin recibir el más mínimo rasguño. Su personalidad consiguió que su
oficio alcanzara respeto y dignidad social, al reunir valor,
destreza y sentido estético. Pedro y su hermano José Romero fueron
retratados por Goya.
El auge del toreo llevó a la Real Maestranza de Caballería de Ronda
a erigir su famosa plaza, obra que se atribuye a Martín de
Aldehuela, el mismo arquitecto del grandioso Puente Nuevo sobre el
Tajo de Ronda, que despierta la admiración general por la
espectacularidad de su emplazamiento. La construcción de la plaza
duró seis años, y fue inaugurada en 1785 con una corrida de toros en
la que actuaron Pedro Romero y Pepe-Hillo. Concebida en piedra
arenisca con un esquema monumental, la nobleza de su traza
arquitectónica, con su doble galería de arcadas y la ausencia de
tendidos al descubierto, tiene más espíritu de claustro que de
recinto para espectáculos, y recuerda al patio circular del famoso
palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada.
Su ruedo de 66 metros de diámetro está circundado por un callejón
formado por dos anillos de piedra. Los tendidos tienen cinco filas
de gradas, de dos pisos, con 136 columnas formando 68 arcos de
columnas toscanas, salvo la del Palco Real. Cubierta con tejado a
dos aguas de teja árabe, la elegancia de su interior no tiene igual
en ninguna otra plaza de toros.
En el siglo XX, una segunda dinastía de toreros rondeños, los
Ordóñez, constituye otra aportación de Ronda a la historia de la
Tauromaquia. Sus dos figuras fundamentales fueron Cayetano Ordóñez
(1904-1961) y su hijo Antonio Ordóñez (1932-1998), que despertaron,
por su manera de concebir el toreo, el interés de personalidades
como el cineasta Orson Welles y del escritor norteamericano Ernest
Hemingway, a los que dedicó obras como Fiesta y Muerte en la tarde.
Fueron los Ordóñez los que inauguraron en 1954 la corrida goyesca de
Ronda, con motivo de la celebración del II Centenario del nacimiento
de Pedro Romero. Desde entonces se han convertido en una de las
citas más llamativas del calendario taurino, además de constituir un
acontecimiento social.
Se trata de un festejo con el exorno, vestimenta y el aparato de los
tiempos de Francisco de Goya. La corrida tiene lugar a principios de
septiembre, coincidiendo con la más popular de las tres ferias que
celebra Ronda, junto a una exhibición de carruajes y enganches y una
corrida de rejoneo.
El Museo de la Real Maestranza de Caballería de Ronda está situado
bajo los tendidos de sombra, y sus contenidos se dividen en tres
grandes apartados: La Real Maestranza de Caballería de Ronda,
Orígenes y evolución de la Tauromaquia, y Ronda en la Historia de la
Tauromaquia.
Cuenta con una colección de aguafuertes, grabados, litografías y
estampas, con una edición de la «Tauromaquia» de Francisco de Goya,
y las tauromaquias de extranjeros como Lake Price, Victor Adam y
Edward Orme; libros, ejecutorias y grabados relativos a la
disciplina ecuestre, óleos del XVII, XVIII y XIX, cartelería
histórica y contemporánea, trajes, objetos y documentación
relacionados entre sí con complementos gráficos para ofrecer una
visión de conjunto que permite acercarse al universo de la
tauromaquia de forma didáctica y clara
Nucleos de Ronda: Rosalejo, Serrato, Montecorto, La Parchite, La
Cimada, Los Pinos, Puerto del Saúco |